Amistad. Extraño sentimiento.

Cachondo pegamento, unión escogida, cerveza a pachas, pena compartida, risa fácil, broma a medias.

No sabría pensar en un solo tipo de amistad.

Tenemos varias «mi mejor amiga» más de un «amigo del alma».

Pues la amistad no respeta edades, sexos, ni lenguas.

Le da lo mismo si vienes del norte o del sur.

Si eres chica o chico, si te gustan los tíos o las tías.

La amistad es más noble. Más invisible, más guasona.

La amistad es química pura.

Tengo amigas que me leen la mirada, la risa o la imaginación por adelantado.

Amigas con las que puedes contar para lo que sea.

Las amigas te hacen sentir bien. Muchas veces las admiras, las agradeces y hay momentos que sientes no merecértelas. Son como angelitos de la guarda que cuidan de ti. No sabes porqué pero los duendes del positivismo inundan vuestras conversas y al acabar te sientes ligeramente elevada.

No sabes bien porqué.

Ellas arrasan con la palabra generosidad, se llevan por delante la empatía y reinventan el optimismo. Tiran de ti cuando estás abajo, te entienden y minimizan el problemón. Ya puedes estar metida en aquello insalvable, indoblegable o difícil. Ellas le dan la vuelta.

La amistad surge en algún punto del camino. Y si el amor es magia la amistad es pura dinamita. Surge. No sabes muy bien porqué. Coinciden el sentido del humor, los gustos y hasta los vicios. Coinciden y por qué no compartirlos, debe pensar el destino. Nos mira divertido.

Adoro a esas amigas que recuerdan tu última preocupación, nimia para la vida que vivimos, pero tu preocupación al fin y al cabo. Están, escuchan, se preocupan por ti y te lo expresan. Y en ese momento sientes que escogiste bien. Que no sabes bien qué les aportas tú. Pero te sientes agradecida de que te encontraran en su camino.

Aquella amiga que escucha atentamente.

La amistad es rara, es inmensa, necesaria. Curativa.

La amistad nos elige, nos cuida, nos mejora.

Alguna que otra vez la cagamos, podemos herirla. Pero si hay esencia vuelve a nosotros cual paloma mensajera. Devolviéndonos la palabra perdón tiernamente envuelta en papel de celofán, para ser desenvuelta, como un vestido de gasa y ponérnoslo para salir a bailar… el más dulce de los bailes.

La amistad es vitamina. Es soporte. Perfume. Droga pura.

La amistad es simplemente un espejo que nos devuelve nuestra mejor versión. Nos tunea y transforma en aquello que siempre quisimos ser.

Gracias por estar allí, Sueltas, ángeles, amigos y amigas.

 

Agradecida.

La Suelta.