Voy a adorarme.

He decidido adorar mi cuerpo. He optado por subirlo al Top One de mis ideales físicos. Mimarlo. Porque voy a estar aquí dentro hasta que me muera. Por feo, banal y mundano que suene.

Voy a pasar de mi culo XL y de mis tetas XS de esta equivocación en el reparto de volúmenes. No lo voy a tener en cuenta y hasta le voy a encontrar el puntito. No voy a ver mi nariz aguileña más imperfecta que la de la Letizia previa a su “necesaria” cirugía. Yo no soy reina consorte. Voy a pensar que toda belleza más mágica cuando es imperfecta.
Y me voy a seguir adulando.
No voy a tener en cuenta la falta de personalidad de mi pelo que no es ni rizo exótico ni liso japonés… más bien diría indefinición latina. Ni chicha ni limonaa…
No hay forma de dominarlo en modo liso ni darle volumen. Él a lo suyo. Pero la gracia le encontraré…
Pues soy la primera cara que veo por la mañana y la última del día.
Porque quererse no viene mal.
Pero adorarse debe ser la bomba.
Y al final mi belleza será imperfecta pero la magia correrá por dentro. Que lo sé.

Porque por mucho que desee otro cuerpo no me lo van a cambiar.
Y ya ni deseo ser la Bundchen ni quiero esos labios suculentos de la Jolie. No voy a pensar que cada noche besan a Brad Pitt…. eso no me importa. No siento nada.
Tampoco tengo lunar indiscreto en la comisura de mis labios a lo Mendes (ésta besa a Ryan Gosling) o como la Crawford icono de décadas pasadas. Yo sigo con mis anodinas formas.
Pero voy a encontrar la manera de adorarme. ¡Hasta de desearme a mí misma!
Porque por mucho que me las mire no me transformo en ellas.
En este caso la visualización, el deseo firme, el objetivo y el trabajo duro no cambia personalidad ni me transforma en una it girl… no hay nada que hacer. Creo…

Así que mañana mismo voy a empezar a quererme con locura.
Ahora mismito voy a cogerme la última Vogue a ver si en un despiste del destino me cambia por Eva Mendes y puedo besar a ese hombre.
¿Quién dice envidia?
A lo mejor el destino se equivocó. Y ando yo aquí en personalidades equivocadas.

Pero si no funciona. Mañana soy mi propio ídolo…

Convincente  ¿O no?

La suelta