Y sí, me quiso…

Me quiso más allá de las montañas y las nubes.

Me quiso por encima del cielo y las estrellas.

Me quiso hasta donde mi mirada no alcanzaba.

 

Lo sé.

Lo sé porque notaba su amor acariciarme.

Sentía cómo alcanzaba hasta el último rincón de mi alma.

Cómo alcanzó las profundidades de mis infiernos.

Y los endulzó.

Llenó mi tormento de ternura.

Tintó de colores mis pesadillas.

 

Lo sé.

Porque cada gramo de su amor entró en mí.

 

Me besó los párpados.

Respetó mis arrugas.

Desplegó mis miedos.

Hizo que todos mis sueños se cumplieran.

Y que su abrazo fuera

el océano de paz más inconmensurable.

 

Me quiso con una lealtad inquebrantable.

Me quiso como quieren los cisnes:

Sin dobleces. Sin condiciones.

Para siempre.

Me quiso.

Hasta donde mis palabras no alcanzan.

El viento, poco más.

Único testigo.

 

Pero la historia se convirtió en locura.

No pudo cruzar el río.

Alcanzarme.

Salvarme.

Allí se quedó, mirándome.

Amándome.

Y yo sin poder llegar a él.

 

Y aquel instante,

Eternidad.

Nuestras miradas allí se quedaron.

La locura me lanzó al río.

Sin querer recordar que no sabía nadar.

 

Me llevó la corriente.

Le perdí de vista.

 

Pero no dejo de sentir cada noche al acostarme

Ese amor tan tierno que viene a tocarme el pelo

A besarme las pestañas.

A dibujar círculos en mis mejillas

Hasta que me quedo dormida.

Él me acompañará por el resto de mis días.

Pero su mirada ya nunca la tendré conmigo.

Porque aquella historia se la llevó el río.

 

Sólo las montañas, el cielo y las estrellas guardan nuestro secreto.

 

Algún día nos volveremos a encontrar, pequeño.

Aunque sean las estrellas nuestra única compañía.

Tenaz, mi niña.

A veces la vida se pone de culo,

le salen espinas,

no suenan tambores,

el arcoíris destiñe,

la música silencia.

 

Y no puedes por menos que apagar tu risa.

Mirar al suelo.

Sentirte débil.

Perder las fuerzas.

Desdibujar tus sueños.

 

La vida es cabrona.

Injusta. Cruel.

La vida es caprichosa.

Suya.

Avariciosa.

La vida, tan soberbia.

 

No escucha a corazones perdidos.

Sensibilidades románticas.

 

Hay que ser testarudo.

Tozudo. Fuerte.

No mirarla de frente.

 

Abrazar

con todas tus fuerzas

tus sueños.

No soltarlos.

No escuchar gemidos cercanos.

Gemidos de gente

que no alcanzó sus sueños

Esa gente siempre te dirá

que nunca alcanzarás los tuyos.

 

Cree en ti, busca tu felicidad,

dibuja tu risa,

mece tu calor al abrigo de las envidias,

lejos de esas lecturas.

 

Porque tú,

mi niña,

eres muchísimo más que la vida,

eres más grande que el sol y más valiosa que la luna.

 

Tu felicidad la guardaron

bajo cinco cadenas

cosidas con cinco candados.

Solo Dios sabe cuándo podrás liberarla.

Pero tú no desfallezcas,

no te venzas,

no finjas.

No la mires de frente.

 

Tan sólo al próximo paso que tu tenacidad dará.

El resto humo.

 

Y tu sonrisa mi luz.

 

Tuya, siempre, La Suelta.

 

Te admiro.

Miedo

En alguna esquina del dolor

Está tu sonrisa

Agazapada sin ser vista tu venganza

Tu cicatriz

Ahora fortaleza

 

Y cuando él no mira

Tú te yergues, te elevas y te enseñas

 

Borras el miedo

Descorres tu magia

Enseñas tu rostro

 

Ya no hay dolor

Miedo

Ni apuro

 

Y te das cuenta de tu valor

De tu dureza

 

Sonríes gallarda

Le miras de frente

Has buscado tus límites

Mas no los encontraste

 

Caminaste hasta el final

Y en la última curva,

de tu última montaña

Escondida dentro de ti:

Tu valor inconmensurable.

Intocable

 

Cierras los ojos

El mundo a tus pies

Aire puro

Nada

Silencio

Dicha

 

¿Qué decirle a un ser valioso?

«Te mereces el cielo, mi niña.»

 

 

El miedo solo era una debilidad que ansiaba ser doblegada

Simplemente

Tan pobre como eso.

Tan siniestro como tu.

 

Mental.

La Suelta.

Iros a la mierda

Tengo preguntas:

Si el referéndum era ilegal 

¿porqué envían policías a aporrear a gente, entre ellos abuelos con los brazos en alto?

Con la penosa foto que eso conlleva.

Si no querían que se montara este referéndum, ilegal, por tanto inocente, entiendo yo que con un resultado que no se tenía en cuenta constitucionalmente 

¿porqué no detuvieron Antes a Puigdemont? 
Es como si quiero montar una fiesta de disfraces, me disfrazo del rei carnestoltes y digo que las normas serán válidas. 

Si es ilegal, ¿que vendrán a darme de hostias? ¿Con policías de verdad? Para nada disfrazados. Con porras de verdad y mala hostia honesta?
En realidad creo que tanto el señor empatía Rajoy y señor honestidad Puigdemont querían llegar al domingo, con tanta gallardía, que dejaron que fueran otros quienes se enfrentarán: Policías con el pueblo que “quiere votar”. 

Porque al puigdemont ni un porrazo… 
El mundo da asco. 

Los políticos tienen la obligación de gestionar, negociar, hablar en boca de, pactar y legalizar situaciones y acuerdos para que toda esta mierda no suceda. Pero en vez de eso. Permiten a los otros “cagarla” para poder decir que no fueron ellos. 
Iros a la mierda.

Con vuestros sermones infestados de demagogia.

Con vuestras ilegalidades y verdades a medias. 

O mentiras encorsetadas en corbatas.
Porque unos dicen que los otros quieren saltarse la legalidad. Pero los otros no cuentan todos los entresijos a los que exponen y lanzan a todo un pueblo. 

Todo para poder sentenciar que el otro se saltó la legalidad. 
Iros a la mierda, fantoches cobardes.

Porque al final no fue Mariano el que asió con su mano la porra en alto al primer abuelo que pillara y no fue Puigdemont quien se llevara ningún morado ni rasguño.
Hace falta mucha locura para soportar tanta realidad

Unos gramos de sentimiento a tanta legalidad.

Que cientos de personas vestidas de amarillo, enarbolando su bandera, salgan a la calle en masa, te cubran cual manta de colores las calles de Barcelona, te canten al unísono els Segadors, te consigan poner la piel de gallina y griten convencidos “Volem la independència!” quiere decir muchas cosas. Están gritando al cielo tanta fuerza, arrastran tanto sentimiento en un solo sentido que no pueden ser tachadas de anticonstitucionales.

Eso es directamente un insulto.

Tantas personas pidiendo lo mismo no pueden estar equivocadas. Sencillamente porque todo esto no va de leyes, no va de política, no va de economía, no se basa en los resultados.

Todo esto va de sentimientos, de orgullo, de una autoestima de un pueblo menoscabada, a base de argumentos políticos y legales, todos ellos loables, todos ellos válidos. Pero es que estamos hablando de diferentes cosas. La cuestión va por otros derroteros.

  • Es que ya no quiero estar aquí. – ruge el pueblo catalán.
  • Es que vas a perder dinero. Y no tienes derecho legal a irte. – responde altivo el gobierno central.
  • Yo decidiré si me quiero ir. – argumenta el catalán.
  • Tu voto no tiene validez. – recuerda El constitucional.
  • Un voto, una opinión. Mi referéndum por concepto tendrá validez.
  • No votarás. Tu voto no tendrá valor.

 

Y en este punto es donde cualquier catalán que hubiera votado no, por su orgullo herido, por su interpretación de que su voto está anulado por concepto sale a la calle a rugir “Volem la independència!”

Y yo me pregunto: ¿se podría haber gestionado peor todo esto? Siento que no.

¿Es tan difícil montar un referéndum con unas garantías legales que les diera voto a todos los catalanes a opinar libremente lo que quisieran?

Parece ser que sí.

Por lo tanto, asistimos asombrados a esas manifestaciones pacíficas, amarillas y multitudinarias que nos recuerdan que sí quieren votar, ahora ya hasta sienten que quieren ser independientes. Porque todo esto va de sentimientos no lo olvidemos. La política queda para los eruditos. La economía para aquellos. Estos salen a la calle por un mero sentimiento de amor propio herido.

Y yo no puedo dejar de sentir envidia por este pueblo pacífico y auténtico que se atreve a tanto, que ni ellos mismos saben a lo que se están atreviendo.

Porque el valiente nunca sabe cuan alta es la montaña que dice va a escalar.

Pero el mérito está en atreverse.

 

Y sí: si mañana Cataluña consigue su independencia yo me quedo aquí, espero me acojan como extranjera. Me está dando más motivos Cataluña para quedarme que de querer largarme.

Seguid gritando fuerte tan fuerte que hasta las estrellas os escuchen y puedan cumplir vuestro sueño. Después reescribirá la Historia vuestros pasos, cada paso de cada uno de vosotros. Y os sentiréis orgullosos de formar parte de algo. Algo vuestro al fin y al cabo.

 

Simplemente valientes.

 

A vuestros pies.

Beatriz Puerta.

 

Hace cuatro años ya escribí:

https://lasuelta.com/2014/01/24/un-poquito-de-respeto-no-viene-mal

Mi libro. Tu libro.

Tenía pendiente con vosotros este post… En realidad tengo tanto pendiente con La Suelta, con vosotros, mis lectores, no sabéis lo feliz que me hace cuando alguien me pregunta: ¿Cuándo vuelves a escribir? ¡Estamos esperando!

Pues permitidme esta confesión: yo siempre escribo, mi alma no deja nunca de escribir, la vida la entiendo y la respiro escribiéndola, pero hay escritos que merecen pulirse, reposar, enlazarse. Para poder ser entregados a vuestras delicadas, agudas y exigentes lecturas.

También la vida, mi trabajo y las obligaciones no me permiten tantas escrituras que estén a vuestro nivel.

Merecéis más que simples bocetos, que torpes poesías vomitadas en la esquina del tren, en el banco de una playa. En un pellizco de tiempo arrancado al trapo de la agenda.

Pero aquí me asomo después de semejante tropel de emociones…

Tenía pendiente traeros y juntaros todos los cachitos de aquel día, de la presentación del libro, de lo que allí sucedió, momentos, comentarios, algún link. No para acercaros a mi, sino, más bien para que me permitáis acercarme a vosotros.

 

Y así fue como un soleado 8 de abril, en una pequeña y peatonal calle de Tiana, confluyeron un puñado de corazones, las más bonitas sonrisas que conozco y la más grande de mis ilusiones.

 

Os junto en este post alguno de nuestros momentos, dulces momentos, con cariño preparados, con toda la ilusión del mundo.

Mis compañeros de clase de teatro representaron escenas de mi libro.

Presentadas por mi hijo Luca.

Como la escena en la que Laura conoce a Mario en el bar Rincón.

Parte del capítulo 7 del libro. PONME UN CORTADO.

A Mario lo interpreta Koen Willekens Morales y a Laura la interpreta Miri Franch

https://youtu.be/aEIvcg_ibPE

 

Después vino la “presentación oficial de mi libro” que aunque me suene demasiado formal. Así fue…

https://youtu.be/vSL1HGL51nc

 

Para cerrar, Koen Willekens i Miri Franch volvieron a representar una escena del libro un poco más intensa… Representando a Mario y a Ana, esta vez.

Cap.20 TU NO ME ENTIENDES.

https://youtu.be/g-p7-RbhjWs

 

Este libro es un regalo en todo su significado. Pero sobre todo por los comentarios que de mi lectores he recibido. Gente que no se esperaba lo que se ha encontrado…

Comparto uno que especialmente me llegó al alma, por inesperado, sensible y honesto:

“Acabé el libro de Ellos:
Nosotros:
Vosotros:
La Suelta
Que GRANDE eres Suelta
Maravilloso, exquisito, ese punto de erotismo travieso, frases geniales que te hacen pensar de como enfocamos la vida y algunas veces si, algunas veces no, otras ni si, ni no… También me he emocionado, y quiero decirte Suelta que es la primera vez que leyendo un libro se me caen las lágrimas. Ha sido una mezcla explosiva de sensaciones y emociones. Quiero más Suelta” 😘”

De Sonia Huguet. Mahón.

 

A día de hoy el libro lo tengo a la venta en:

la Botiga Casper de Tiana, en Espai 14 en Es Cos de Mahón, lo tienen en la peluquería L’Atellier de Badalona, por si mientras os cortáis el pelo tuviérais la osadía de empezarlo…

Y a quien ninguno de estos sitios les pille cerca podéis comprarlo online en la editorial… aquí os dejo el enlace.

http://www.editorialmeteora.com/es/libro/ellos-nosotros-vosotros/226

En mi página de Facebook de La Suelta hay colgadas las fotos de aquel día… sólo algunas…

 

y yo, para acabar este post voy a compartir aquí con vosotros mi nota de agradecimiento que puse como prólogo en mi segunda edición

«la nota de la autora para la segunda edición» como la llamó la editorial:

 

Simplemente agradecida.

 

Este libro es un regalo.

Y no lo digo en el sentido figurado. Sino literalmente.

A veces la vida te pone caramelos. Te ofrece un dulce. Te brinda un regalo.

Esta historia empezó con una idea, se escribió desde la osadía, lo publiqué en mi blog semana a semana, sin saber por dónde transcurriría la historia. Este relato me llevó de la mano con sus personajes.

“Gracias por escribirlo!” “Suelta, no dejes de escribir” “¿cómo sigue la historia?”

“Cada vez que lo leo lloro, me encanta!” algunos de los comentarios que recibí.

Y en un determinado momento, un señalado 30 de noviembre este libro apareció en mis manos. Se materializó un deseo. Se cumplió un sueño.

Aquella noche la pasé en vela, agradeciendo mil veces a esos ángeles de la guarda que habían cumplido mi propia promesa. Por eso y por tanto, gracias.

 

Gracias, Leticia, por ser tan grande, tan grande que nunca te alcance.

Afortunada de ser tu hermana.

Gracias, Sandra, por existir en mi vida, por ser, estar y aprender a leerme.

Por tus lecciones. Por tu idea y tu tenacidad al llevarla a cabo.

Gracias, Carlos, mami, Mayo, Ruth, Eli, Astrid, Silvia, Ana, Vane, Gala, Carmeta, Luz, Cati, Ana, Juana, Gracieta, Monica, Zori, Rebeca, Miguel, Tachu.

Siempre daré las gracias de teneros en mi vida.  Siempre.

 

Si coges por primera vez este libro. Déjate llevar.

Que mi escritura te entretenga, te acaricie, te lleve.

Yo de alguna manera me imagino a tu lado compartiéndolo.

Gracias a ti por encontrarme.

La Suelta. Febrero 2017

 

Siempre vuestra.

La Suelta.

 

Te lo presento… presentaré.

Y de repente un día te encuentras en tus manos un libro editado, escrito por ti misma.

Casi sin atreverme a soñarlo.

Con toda la humildad del mundo.

Y con infinita sorpresa.

¿A qué angel conseguí seducir en otra vida para que me concediera este deseo?

Nunca lo sabré.

Y para estar a la altura del deseo concedido, para ser justa con mis ángeles, me veo en la responsabilidad de presentarlo.

Qué osadía…

 

Así que fijo fecha, 8 abril,

Lugar: un pueblo encantador y cálido del Mediterráneo, Tiana,

con ayuda de la Botiga Casper a las 12:30. Ahí os espero.

Sucederán cosas… como tú, por ejemplo.

 

¿Qué más debo contarte para que vengas a acompañarme, a darme ánimos?

¿Qué mentira debo contarte para pellizcarte la curiosidad?

Ninguna. 

Sólo me permito la honestidad contigo.

A ti sólo vengo a contarte secretos.

 

Te espero.

Vendrás. Lo sé.

 

Emocionada.

La Suelta.

X. Blanca y Luis. La noche.

Raquel se despidió con dos besos, sinceros, cercanos. Luis y Blanca se marcharon juntos. Luis no dejó de mirar a Raquel hasta que giró la esquina. Cerraron la noche. Sin saber si volverían a verse.

Como todo en esta vida. Cuando pensamos que se ha acabado, todo gira y nos cambia el punto de vista.

De lo que tenemos miedo, nunca se materializa. Los mayores sustos y virajes son inesperados. Y las mayores dulzuras no se planean. Así, que ¿para qué planeamos?

Me gustaría deciros que Luis no durmió pensando en Raquel. Pero os mentiría.

Sí que fue su último pensamiento. El último pensamiento del día es el verdaderamente importante. Sobre todo si tiene nombre y apellidos. Entonces estás pellizcado por la vida.

Blanca, en cambio, volvió de puntillas, se quitó los zapatos antes de entrar, le arañaba el desazón al entrar en casa, no sabía cómo encontraría a Víctor, pero sobre todo no sabía qué le preguntaría. No había hecho nada malo. Y esa misma sensación no le gustaba. Se quedó pensativa antes de meter la llave en la cerradura. ¿Por qué se cuestionaba tantas cosas?

¿por qué no se sentía feliz de volver a casa? Esa simple pregunta la angustió.

Entró en casa, estaba en silencio y a oscuras. Al fondo del pasillo se oía a Víctor dormir…

Se cambió y aseó en el baño del pasillo, se puso el pijama en sigilo, no quería despertarle, con sumo cuidado se metió en su lado de la cama. Le miró y no le despertó: paz, tranquilidad. La situación la puso en guardia: Le quería con locura, lo sabía. Pero con una locura no sana. Perjudicial, hasta enfermiza. Alguna Blanca dentro de ella se lo chivaba. Sino era Víctor no sería nadie. Sino era Víctor. Nada. Le quería con toda la intensidad que conocía. Él. El resto niebla. Humo. Pero no se sentía bien. Y lo sabía.

Además aquella noche, ver a Raquel y Luis abrazarse con ese cariño, con esa intensidad. Esa bella criatura… Blanca estaba convencida que la volvería a encontrar. Que sería alguien en la vida de Luis. Era como si dos almas se reconocieran al encontrarse. Daba igual su nombre. Al abrazar a Luis habían sido uno. Y bajaron la guardia en los brazos del otro. Por un segundo se quisieron. Y no desearon nada más. Y ella no pudo por menos que sentir envidia.

Cerró los ojos y su último pensamiento fue ese abrazo de Luis y Raquel.

Se despertó muy pronto. Víctor ya no estaba a su lado. Por primera vez sintió alivio. Pero a la vez pensó… ¿dónde estaba? ¿Volvería pronto? ¿Podrían hacer algo juntos al terminar el día? Ninguna respuesta. Ella sola con sus pensamientos. Como siempre. Y una última pregunta acudió a su mente: ¿con quién estaría, a quien sonreiría en esos momentos? Y sacudió la pregunta, cual mosca molesta de su cabecita inquieta. La apartó. Como rascas un picor que vuelve a picar al parar de rascar. Pero por un momento para.

A Blanca le empezaba a doler pensar en todo lo que no sabía de Víctor y él había decidido no compartir con ella. Ella lo sabía. Él lo sabía. Pero no lo nombraban. En aquellos días simplemente la intuición empezó a venir en los silencios a susurrarle miedos o secretos al oído de Blanca. Ella los escuchaba, no quería prestar atención. Pero los oía sin remedio…

 

Luis en cambio al despertar, se le iluminó la más amplia de las sonrisas. No sabía por qué no tardaría mucho en saber de Raquel… estaba convencido. Guardaba aún su olor a uva. Se quedó un rato más. No quería separarse ya de la noche. ¿Para qué?

Si se levantaba de la cama se acabaría la noche. El bar. Ella y el abrazo.

Pero poco más rezangó en la cama. Poco más. Descorrió el día, arrancó con fuerza.

Aún pasó una semana, con sus días y sus noches, Luis ya había pensado que aquella morena habría tirado el número cuando sonó un bip en el móvil y un mensaje cautivador.

  • Te doy otra oportunidad.

 

 

La Suelta.

 IX  Blanca y Luis… y Raquel.

La noche la pasaron riendo, recordando, comiendo y charlando, no salió Víctor, no se pronunció su nombre en toda la cena. Los dos lo sabían. Existía. Pero no era un tema cómodo. Y así fueron hablando de otras cosas. Luis la hizo reír, le hizo el payaso, le recordó trastadas que le hacía de pequeño. La mimó. Y la aduló. Blanca se sentía bien al lado de Luis. No sabía por qué. O sí.

Luis preguntó por ellos dos en los postres, Blanca se lo quedó mirando, hubo un silencio. Y se sinceró. Luis escuchó, la dejó hablar.

  • Me siento rara, Luis. Yo intento hacerlo todo bien, pero algo parece nunca estar bien del todo para él. A veces se queda callado y no sé qué piensa. Otras veces no me avisa de cuando volverá, nunca me dice con quien ha estado. Pero después me dice esas cosas que me derriten, me coge así de la cara y cuando me besa creo que me voy a derretir. No sé es raro, Luis.

 

Luis quiso conciliar, quitó hierro, pero sólo para tranquilizar a Blanca. Debía pensar.

“Va, Blanca, vamos a bailar, veras como nos sentiremos mejor.”

Blanca y Luis descolocaron la noche, bailaron cada minuto, rieron todas las tonterías, y en la última hora del último bar, fueron al baño antes de irse…

Y allí, en esa esquina de la posibilidad se encontraron con Raquel.

Raquel era una mujer inmensa, de quitar el hipo, de rompe y rasga, insultantes medidas, gusto peculiar, atrevido y sexy. Mirada de leona, sonrisa de angel. Carita de revista y melena descarada, cuidada y suelta. Todas querían su cuerpo. Ellos la deseaban lascivamente, con descaro y sin respeto.

Raquel era apabullante, sexy, magnética. Con una piel tersa y delicada. Unos ojos azul eléctrico. Penetrantes. Aunque fueras mujer y heterosexual no podías dejar de mirarla. Y ella lo sabía. No era creída, soberbia, ni altiva. Era dulce y generosa. Pero sabía de su potencial y de su vulnerabilidad, al fin y al cabo.

La gente percibe a una mujer físicamente bella como dueña del universo, pero no necesariamente ella se siente así.

Las fortalezas mejor que no se vean.

Era bella.

Todo en ella era provocación menos su corazón. Más hambriento que su sexo si cabe.

Porque le gustaba el sexo. Pero lo escondía. No fueran a pensar…

Y hambrienta de sexo y cariño se tropezó con Luis.

Niño deseado, sonrisa cautivadora, payaso tierno, adorable. Chico esquivo.

Estaban destinados a encontrarse. Y a mirarse de una manera tan especial como lo hicieron.

 

Antes de cerrar… Él iba un poco más bebido de lo habitual, cuando vió aquella felina salir del baño y se dijo que el alcohol le estaba jugando una mala pasada. Pero se dirigió hacia ella con su descaro habitual y sin vergüenza.

  • Perdona moza, creo que estás alterando el orden en el local.

Ella se lo miró desconfiada, cansada en realidad. Esa noche lo único que tenía ganas no era ni risas, ni sexo, ni hablar. Simplemente quería un abrazo. Así de simple, barato y débil. Se lo quedó mirando. Le despertó ternura y cercanía.

  • Mira, “mozo”, estoy cansada, no te voy a dar lo que buscas, en realidad lo único que te pediría sería un abrazo inmenso, cariñoso y recubierto de respeto. Pero dado que no sé ni tu nombre, no sé ni de donde sales. Y puedo percibir tus intenciones. No vas a poder cumplir mi único y triste deseo.

 

Luis se quedó pensando, se la miró silencioso y le preguntó decidido:

  • ¿me dejas intentarlo?

Raquel dudó, pensó que maldita la gracia ella. Pero en realidad era lo que le apetecía. Y retándole le dijo

  • Sólo tienes una oportunidad.

 

Luis abrió los brazos, la miró con media sonrisa, ladeó la cabeza y surgió de él un cariño hacia aquella criatura felina y sensible. Raquel se acercó ladeó la cabeza, apoyó la mejilla en su torso, con sus brazos rodeo por la cintura a Luis y apretó; Luis la abrazó por la espalda, la atrajó hacia sí, olió su pelo, cerró los ojos y la pegó con más fuerza a su cuerpo. Raquel se relajó, la invadió la paz, respiró y en el fondo de sí, deseó que el día se apagara en ese mismo instante, que pudiera dormirse allí mismo. Que no hubiera que decidir nada más. ¡Qué gusto! ¡Qué silencio! ¡qué inmensidad!

Ella dejó de ser felina, ya no tenía hambre, no buscaba nada, todo lo tenía. Él ya no era aquel astuto esquivo, simplemente un ser protector que la abrazaba, en ese mágico minuto hasta la quiso y se aporderó de él la necesidad de cuidar de aquella bella e indefensa criatura.

Pasaron unos minutos.

Blanca los miraba atónita. Sorprendida y emocionada. Qué gesto más bonito en un entorno tan sórdido.

Al final se separaron, lentamente, como quien no quiere hacer algo, pero debe.

Se despidieron, entre tímidos, avergonzados y dados.

  • ¿me das tu teléfono?, pidió Luis.
  • No, dame tu el tuyo. Mejor. Respondió Raquel.

 

Semana que viene más.

La Suelta.

Fuera de juego.

No nos engañemos, no caigamos en esa autohipocresía, rincón de fantasía.

No querramos convencernos de lo que no es.

A ella no le interesa saber lo que es un fuera de juego, aunque algunas de nosotras lleguemos a comprenderlo (no digo que sea o no una de ellas).

No nos interesa realmente. Lo que nos gusta es veros explicarlo. Preguntároslo. Interrumpiros el glorioso minuto del partido. Y veros apasionados, o fastidiados, respondernos. Decorosos, fuera de sitio, cariñosos o cabreados.

Pero el fuera de juego, el porqué, no nos interesa. REALMENTE. ¡Confesad, chicas!

(alguna hay que sí lo entiende y se vanagloria de ello. Seguro que su hijo, hermano o novio juega al futbol… jejeje.)

Como a vosotros tampoco os importa lo que llevamos puesto. No es la ropa lo que os importa. O lo que os pone. Os gusta nuestra sonrisa, os preocupa su ausencia. No os molesta el kilo de más, os toca los cojones lo que a nosotras nos puede desestabilizar. Pero la ropa el conjunto o la falta de estilo os la pela. Realmente. Sed sinceros, también.

Bueno, quizás la falta de estilo, como tal, a algunos de vosotros os chirría porque os estáis volviendo quisquillosos, o también podéis reconocer que nosotras hemos conseguido pellizcar vuestra sensibilidad al gusto por la estética. O si vamos más allá os dáis cuenta de que un estilo estudiado es un arma de poder social encubierta, no reconocida. Pero esto es otro debate… o no?

Así que no nos llevemos a la mentira de la mano, mutuamente, recíprocamente.

Así que hablemos claro.

Ha sido fuera de juego. Ok. Punto. Porqué. ¿qué más da?

«¿Estoy guapa?» Siempre. Le gustas tanto como el primer día, o le pareces igual de aburrida que lo eras ayer. La ropa no cambia nada. Tu sonrisa, sí. Lo cambia todo. Tu hambre hará el resto.

Ella sólo quiere ser tu centro total y absoluto de atención. Y si te tiene que preguntar qué es un fuera de juego lo hará, aunque le importe tres cominos. Puedes, al responderle, pararte un segundo antes ante sus ojos sin maquillaje; tú serio, contundente y trascendental afirmar sereno: “eres la criatura más bonita que he mirado, princesa.”  Se olvidará del fuera de juego y se le maquillará en la carita la más luminosa de las sonrisas.

Creo que las cosas son sencillas pero las retorcemos.

La vida es fácil aunque sea dura.

Y nos escondemos, camuflamos en escusas; disimulamos nuestras inseguridades en prendas que no combinan con nuestra sonrisa, en preguntas de respuestas que no nos importan.

Porque lo que pone no es la frase, es el tono.

Lo que interesa no son los ojos es la mirada.

Ella seguirá preguntando qué es un fuera de juego. aunque debería buscar un minuto más idóneo… entiende el fondo. No atiendas la forma.

Pero cuando se ponga un vestido nuevo (aunque te la pele el vestido), cuando la inseguridad, que no suele saborear, le erice la autoestima,  por favor, mírala serio y con semblante orgulloso… Deja lo que estás haciendo y dile:

¡qué afortunado soy de tenerte, estás preciosa!

¿Es eso difícil?

Sólo pregunto.

 

Preguntona.

La Suelta.