Todos hemos sufrido la pregunta ¿qué quieres ser de mayor?
Aquella niña quiere ser creadora de colores para crear el que le falta.
Otra quiere hacer cine, la otra quiere ser Bailarina…
“¡Policía!”, al niño habría que explicarle que no sólo dirigen el tráfico…
O la niña que quería ser granjera, “para tener animales.” pero alguien te dice “¡no! ¿Qué dices? ¡No es rentable!”
Y entra en tu vida el concepto de rentabilidad.
Rentabilidad se supone que es el rendimiento que adquieres de las cosas que haces, el retorno de la inversión, el beneficio que obtienes.
La rentabilidad es un concepto seguro. Inspira estabilidad. Parece que necesitáramos rentabilidad en nuestra vida.
Por otro lado está la Vocación: aquello que te gusta, te divierte, hace tu espíritu de niño aunque tengas 50 años, lo haces sin esfuerzo, con dedicación, con más o menos acierto, con más o menos aptitud. La vocación es tu hobby, tu pasión.
Y la vocación es más fuerte que todo aquello y empuja;
Empuja y brota; se anuncia y reclama, grita, se impone.
Sin educación. Salvaje. Primitiva.
Emerge y no pregunta, invade, ¡empapa!
¡Llevaba tiempo acallada, sumergida, silenciada!
Al final la vocación sale, cual caballo desbocado.
Los niños piensan con el corazón y eso es bueno, ¡es honesto!
Cuánto más jóvenes somos más sentimentales, auténticas y honestas son nuestras decisiones.
Después vienen los años, las formas;
Los pesos, las normas.
El “tengo, tendría. Debo, debería.”
Se encorsetan los modos, nos enfundamos la máscara, de formalidad, rendimiento, economía, ambición, trabajo, diplomacia.
Olvidamos al niño. Le callamos la boca. Lo silenciamos.
Pero la vida fluye, avanza.
Y el niño se libra, se suelta, sale, grita y reclama.
Quiere jugar y juega.
Porque si decides ser otra cosa que lo que tu corazón pide…
Estate atenta para saber que te estás a ti desviando y no temas: al final la vocación, el corazón, estallará cual verdad desdichada y te suplicará que retomes tu cine, tu baile, tu genio, tu deporte, tu escritura cual respiración anhelosa de tu alma.
Desmerecida, incorrupta, salvaje, en bruto.
Las decisiones se toman con el corazón.
Y a aquel habría que decirle que el rendimiento de nuestra vocación es directamente la propia, incuestionable, pura y valiosa felicidad más sincera.
Nuestra individualidad más inmensa. Impagable.
Porque el corazón al final siempre se deja oír.
Honesta.
La Suelta.
Vocación es arte….y…..el arte es el mejor amante que alguien puede tener….