¡Tengo que quitármelo! No pienso en otra cosa, sólo hago eso y lo imprescindible y necesario para vivir, o mejor dicho, para sobrevivir.
Es decir, a parte de dormir (a veces no muy bien, pues hay noches que me desvelo, que hurgo en mis pensamientos y preocupaciones, que desempolvo viejas batallas, ya perdidas…). Aparte de dormir, decía; de comer, intento comer poco y sano pero acabo comiendo mucho y “guarro”; de trabajar, ducharme e intercambiar las frases diplomáticas para relacionarme con la gente que me rodea… ¡sólo juego al Candy Crush!
¡Qué retorcida soy para reconocer y confesar que me he convertido en una híper-mega-súper adicta al Candy Crush! ¡Estoy enganchada! Me levanto y sólo quiero hacer unas partiditas al Candy Crush, se me va el desayuno, confieso que un día me fui a trabajar sin ducharme por jugar al piiiinche Candy Crush. Llego a casa y para desconectar… un Candy Crush, duermo y sueño con salchichitas rojas, lagrimitas amarillas, el chupa-chup ese azul, brillante y sin palo… cierro los ojos y veo hacer tres o 4 o 6!!! ¡¡En línea!!! ¡Eso es lo más! A veces veo donde hacer un trío, los cruzo y la pantallita empieza a hacer plus, plas, chassss, surge una bola negrita con piquitos de colores, todos los elementos son como golosas chucherías, estoy segura que están buenísimos, si hubiera una tienda de las chucherías del Candy Crush se forrarían ¡aviso mercados!. Y busco donde hacer 4, porque dan la figurita con rayitas pero si las cruzas entre sí… eso ya es la bomba, explosiona en puntos por todas partes, flus, flas, fles… ¡tooooma ya! Y al final… no pasas de pantallas: ¡nivel no superado! Joder, ¡qué mala soy! Soy un desastre, una pifia como mujer, no valgo nada, soy como el peor valor en bolsa; con el subidón que supone pasar de pantallita que te diga el jueguito ¡maravilloso! ¡estupendo!. No, yo no paso de la pantalla 181… entonces viene tu chico y en un despiste te coge el móvil, te hace la pantalla 181… ¡¡Y TE LA PASA!!
“Mira cariño, ¡te he pasado la pantalla esa que tanto te costaba!”
¡¡¡Noooooooooooooo!!!
Me lo miro y su carita es de cariño, es de “¿a que estás contenta, amor!?…”
¡¡Joder!! ¿Cómo me voy a cabrear ahora?!!! Si es que llevo cuatro días con esa pantallita y no hay way… y éste ahora va y en un plis… puf paf plaaaaash… Candy Crush… y salen unos pececitos dándote la enhorabuena… aaargh!! Dádsela a él.
¡¿¿Cómo un gesto de cariño, puede hacerte sentir tan piltrafilla??!
Me digo interiormente, que esto no está bien, que me tiene en off la vida, que yo antes tenía hobbies, vivía con personas, quedaba para hacer cafés, contarme la vida, las quejas y los dolores. Salía de juerga, iba al cine…
Estoy en un nivel que sólo me falta pedirme un día de asuntos propios para jugar al Candy Crush… ¡que me ha secuestrado la vida!
Pero por otro lado, el juego, las lucecitas, los colores, el dragón que pide limonada, los tropecientos mil puntos… pasar de pantallita… es… DROGA DURA!
Y estoy en esas, pantalla 182… no la consigo pasar. No hablo con nadie, cuento los minutos hasta la siguiente vida, porque lo peor es que te las racionan… ¡los muy!
Viene mi hermano a verme, él que ha descubierto su paz interior, su serenidad recién adquirida, que ha descubierto la verdad y sólo le falta hacerse al budismo, suerte que es mi luz y me alumbra que si no… le mandaba a la India… ¡ya!
Y me dice en un arrebato de cariño+honestidad positiva… no sé cómo definirlo: ¡nena, tú no estás bien! ¡Que esto no es bueno! A ¿qué estás viciada? ¿A esto? ¿A este jueguecito? Pero ¿tú te ves?
Y yo me lo miro atónita y digo… sí. Y mis labios emiten sin pensar: “¡debería borrarlo, en serio!”
Y en un gesto sereno, convencido, decidido y resuelto me coge el móvil de las manos…
– ¿es esto?
– Sí. – yo, resignada. Casi vencida.
– Pues borrado. – borra la aplicación de mi móvil. Sin ser consciente… yo de mi abstinencia inminente.
– Problema solucionado. Y con todo el tiempo que recuperaras, leerás, verás alguna película y escribirás más. Seguro. Y no me mires así.
Hay tito, ¿qué haría yo en la vida sin ti? Te odié un microsegundo. Te quiero infinito. ¡qué liberación!
Llevo dos noches sin Candy Crush, he enviado mails a casi todos mis amigos, pocos respondidos. ¿Estarán también ellos enganchados al Candy Crush? Les enviaré de visita a mi hermano.
Verídica.
La Suelta.
A mi me pasa lo mismo, estoy en la pantalla 511 y mi preocupación es si se van a acabar. Es un enganche en toda regla.
animo, del Candy Crash se sale