Los hombres y las mujeres son diferentes. Sí, pero nos atraemos irremediablemente.
Lo que les atrae a ellos no es lo que les atrae a ellas, pero estamos condenados a entendernos. No por leyes impuestas, sino por nuestro instinto animal que es más fuerte y primitivo. Y por alguna ley primaria hace que sean ellos quienes deban seducirnos (un modo de decir: convencer, camelar, contarnos alguna historia de indios…) y nosotras valoraremos o nos dejaremos convencer…
A veces ni siquiera saben qué diantres hicieron, dijeron o llevaron puestos, qué nos convenció.
Y es que empecemos por el principio: un tío se pone cachondo gráficamente. Unas buenas curvas, unos labios rojo intenso, una melena al viento, una sonrisa de cine. No voy a entrar en chusquerías del palo: un buen par de tetas, un buen culo, o vulgaridades de ese tipo. Pero ya me entendéis, ¿verdad? Y ellos mismos se valoran y puntúan a si mismos en ese mismo grado o parámetro de valores:
Me voy a poner buenorro para ligarme a la tía que me mola= voy a enseñar todo lo que poseo. Un bíceps que te mueres, un culito respingón… y como tal se visten y se muestran. Se levantan el cuello del polo porque el Beckham así lo lleva, el pelo a lo Neymar, los pantalones a lo Cristiano y rarezas similares.
Todo les entra por la vista. Todo. Y tiene una vía directa con su centro de actividades. Está buena, me pongo cachondo. Vaya par de tetas, más cachondo me pongo. Culito de melocotón, cerebro del tipo anulado. Y si la tía en cuestión se gira, se lo mira autoritaria y le sonríe… desmontado está el macho alfa.
Pues, señores, siento decepcionarles, pero en las mujeres no funciona así. El modus operandi es diferente, por no decir opuesto totalmente. El visual-aceptable sirve para que te den el pase, nada más. Pero después puntúa la actitud, el modo de hablar, qué palabras utilizas y qué quieres decir con esas palabras, con qué deje miras y la profundidad de la mirada. Si callas o si hablas. Si sabes escuchar y sabes responder.
Simplificando: todo está concentrado en ese pequeño, desconocido e infrautilizado órgano llamado cerebro, es el centro de operaciones que debes anular, la torre que debes atacar y controlar, la zona que deberás colonizar. Qué sencillo! Y qué complejo!
Qué gracia me hace el pollo que acariciándose el bíceps se mira soberbio a la rubia del fondo de la barra. Lo siento, pollo, ese bíceps al único que pone cachondo es a ti mismo, porque de nada sirve si al acercarte a la rubia en cuestión, sólo se te ocurre lanzarle un “qué? Te vienes?” hombre pues si todo ese músculo da para tanta literatura me voy a morir. Y si toda tu musculatura está concentrada en esa parte superior de tu cuerpo… vaya desperdicio.
Incondicionalmente.
La suelta.